Pequeños tesoros

martes, 12 de febrero de 2019

I'll always remember us this way

Hacía tiempo que no me sentía capaz de abrirme en canal, pero aquí estoy, deseando desangrarme con cada tecla que pulse.

Ya han pasado tres años desde que le miré por primera vez y sentí eso que sienten los protagonistas de las películas románticas de Hollywood. Un infinito entrando poco a poco en mi pecho.
Ya se que me he enamorado muchísimas veces, y vosotros lo sabéis, pero os prometo que esta vez es diferente. Soy de las que se enamoran igual de rápido que olvidan, esto es así. Pero con él no. Y me da rabia, y me asusta al mismo tiempo, porque ya es mucho tiempo dedicándole mi vida, mi mirada y toda mi esperanza a alguien que yo se que no siente nada y que nunca sentirá nada. He perdido la cuenta ya de las veces que he llorado por él, pero también he perdido la cuenta de todas las sonrisas que me ha sacado en todos estos minutos que hemos compartido. 
El tiempo es relativo, al menos para mí. Cada hora con él puede parecer un segundo, y a veces, cada segundo parece una hora. No hay un punto intermedio. O mucho o nada. Es como funciona con él.
Estar de Erasmus me ha hecho redefinir mis relaciones en España, al final, cuando te vas lejos, te das cuenta de a quien tienes y a quien no. Pues bien, a él sí le tengo. Es la segunda vez que vengo a España y es la segunda vez que pasa a verme a los 3 días de haber llegado. Y no me digáis que eso no es bonito.
Hoy he vuelto a verle. Hace dos semanas pensaba que ya lo tenía superado, de verdad. Pero hoy he vuelto a verle. Y me ha olido el pelo. Me ha absorbido el alma, cada pedazo de mi alma... ahora es suyo. Y me ha abrazado con fuerza, y ha sido un abrazo largo. 
Hemos hablado de todo lo que nos gusta, que es prácticamente lo mismo. Le he escuchado, que se que le apasiona que la gente lo haga. Aunque voy a ser sincera, lo he hecho por egoísmo, porque me encanta que se ilusione contando cosas que le gustan, me encanta que le brillen los ojos disimuladamente cuando comienza a hablarme de cualquier serie chorra de las que le gustan a él, y me maravilla que se cabree conmigo porque no valoro lo suficiente algunos animes.
Me ha cogido del brazo mientras le acompañaba a casa, y me ha abierto los brazos al despedirme para darle un abrazo de adiós. 
Y me sigue fascinando que no me aguante la mirada por más de 30 segundos, y que no me frote la espalda cuando le abrazo (que me pone de los nervios), y que se ría de mí por ser tan intensa y tan pesada. 
Lo que más valoro es que a pesar de todo, sigue aquí, queriendo verme cuando estoy y dándome alguno de sus mejores abrazos. 
Hace tiempo que no siento esto por alguien, pero aunque sepa con total certeza que no va a pasar nada, soy feliz viéndolo feliz, y de verdad que no puedo pedir nada más.
Pero ojalá me quisiese como yo lo hago, es tan bonito soñar.