Pequeños tesoros

martes, 12 de febrero de 2019

I'll always remember us this way

Hacía tiempo que no me sentía capaz de abrirme en canal, pero aquí estoy, deseando desangrarme con cada tecla que pulse.

Ya han pasado tres años desde que le miré por primera vez y sentí eso que sienten los protagonistas de las películas románticas de Hollywood. Un infinito entrando poco a poco en mi pecho.
Ya se que me he enamorado muchísimas veces, y vosotros lo sabéis, pero os prometo que esta vez es diferente. Soy de las que se enamoran igual de rápido que olvidan, esto es así. Pero con él no. Y me da rabia, y me asusta al mismo tiempo, porque ya es mucho tiempo dedicándole mi vida, mi mirada y toda mi esperanza a alguien que yo se que no siente nada y que nunca sentirá nada. He perdido la cuenta ya de las veces que he llorado por él, pero también he perdido la cuenta de todas las sonrisas que me ha sacado en todos estos minutos que hemos compartido. 
El tiempo es relativo, al menos para mí. Cada hora con él puede parecer un segundo, y a veces, cada segundo parece una hora. No hay un punto intermedio. O mucho o nada. Es como funciona con él.
Estar de Erasmus me ha hecho redefinir mis relaciones en España, al final, cuando te vas lejos, te das cuenta de a quien tienes y a quien no. Pues bien, a él sí le tengo. Es la segunda vez que vengo a España y es la segunda vez que pasa a verme a los 3 días de haber llegado. Y no me digáis que eso no es bonito.
Hoy he vuelto a verle. Hace dos semanas pensaba que ya lo tenía superado, de verdad. Pero hoy he vuelto a verle. Y me ha olido el pelo. Me ha absorbido el alma, cada pedazo de mi alma... ahora es suyo. Y me ha abrazado con fuerza, y ha sido un abrazo largo. 
Hemos hablado de todo lo que nos gusta, que es prácticamente lo mismo. Le he escuchado, que se que le apasiona que la gente lo haga. Aunque voy a ser sincera, lo he hecho por egoísmo, porque me encanta que se ilusione contando cosas que le gustan, me encanta que le brillen los ojos disimuladamente cuando comienza a hablarme de cualquier serie chorra de las que le gustan a él, y me maravilla que se cabree conmigo porque no valoro lo suficiente algunos animes.
Me ha cogido del brazo mientras le acompañaba a casa, y me ha abierto los brazos al despedirme para darle un abrazo de adiós. 
Y me sigue fascinando que no me aguante la mirada por más de 30 segundos, y que no me frote la espalda cuando le abrazo (que me pone de los nervios), y que se ría de mí por ser tan intensa y tan pesada. 
Lo que más valoro es que a pesar de todo, sigue aquí, queriendo verme cuando estoy y dándome alguno de sus mejores abrazos. 
Hace tiempo que no siento esto por alguien, pero aunque sepa con total certeza que no va a pasar nada, soy feliz viéndolo feliz, y de verdad que no puedo pedir nada más.
Pero ojalá me quisiese como yo lo hago, es tan bonito soñar.

domingo, 26 de febrero de 2017

LIBERTAD.

 De repente te despiertas un día y te das cuenta de que el tiempo no está de tu parte, que solo existe para recordarte que el final está aquí, a la vuelta de la esquina.

  No tengo ni idea de si podría existir una máquina del tiempo, como en Regreso al futuro, ¿Sabes? No tengo ni idea. Lo único que se es que invertiría el proceso y me quedaría viviendo en el pasado. En ese día.

 El mejor día de mi vida no fue ni cuando nació mi hermano, ni cuando escribí algo bueno por primera vez. El mejor día de mi vida fue cuando me encontré a mí misma y supe quién quería ser. O al menos quién intentaría ser. Intentaría ser yo.

 La chica callada, tímida, adorable, débil, llorica y sumisa había tirado los papeles del contrato y había gritado en lo más profundo de mi ser: ¡me voy! Y así lo hizo. Cuando cerró la puerta me di cuenta de que se había dejado un papel, me acerqué, y leí: "me marcho porque ya es hora de que te des cuenta de cómo te gusta ser".

 Entonces se abrió la puerta y lo único que pude ver fue mi reflejo en un enorme cristal. Y lo entendí todo.

 Quería ser extrovertida, lanzada, rebelde, fuerte, de carcajada fácil y sonora, guapa por dentro y por fuera, quería ser lo único por lo que el ser humano lucha día tras día, contra ese tiempo que no deja de aplastarnos: libre.

 Y sólo cuando esa palabra apareció en mi cabeza con luces de neón, fue cuando descubrí que ser libre no era más que otra forma de estar atado. Todo el mundo habla de l apalabra libertad como si supiese mucho de ella, cuando en realidad, ni siquiera saben si aquel que inventó la palabra, en realidad quería decir "preso".

 Pero yo quería intentarlo. Lucharía por mis derechos, por mi cuerpo y por mi vida.

 Durante un tiempo fui quien quise ser. Llegaba tarde a todos los sitios, conocía a mucha gente, cantaba en la ducha y sin estar en ella, leía mucho, quería mucho, odiaba más aún y sobretodo, decía lo que pensaba, y seguía creyéndome libre por hacer todo esto.

 Y me funcionaba, os juro que me funcionaba. Era feliz o al menos eso era lo que quería creer.

 Me enamoré mucho, pero cada amor duraba muy poco tiempo. Ningún chico consiguió darme lo que necesitaba: libertad. Y quizá por eso siempre me dejaban. Empezaron diciendo que no les gustaba que pasase tanto de ellos, incluso me decían que no les parecía bien que fuese cariñosa con más gente, y acabaron diciendo que ser libre era peligroso porque durante ese estado de libertad (porque no es más que un estado transitorio), podía llegar a romper muchas almas, y yo pensaba: "la única que no quiero que se rompa es la mía", pero entonces me decíais que existía algo llamado karma y que estaba desestabilizando la balanza. Me asustasteis, de verdad que lo hicisteis. Pero no por eso llegué a este punto.

 Hubo un chico, un demonio, un rompe-corazones, que se cruzó en mi camino y casi como satirizando a la muerte, levantó la guadaña invisible e inclinándose, sonrió y me guiñó el ojo. Bendito karma del que me hablasteis y bendita yo por mirarle el alma a la muerte, desafiándola a un duelo mortal. Lo único que pude hacer fue acercarme, tenderte la mano y presentarme.

 Tuvimos un par de conversaciones en un café de por ahí, y entonces ocurrió. En la tercera cita te sentaste a mi lado, y con la misma sonrisa que tenías el día que te conocí, me dijiste: "sé que tú ya estás enamorada, sé que no puedes dejar de pensar en cómo te miro y te sonrío, y llegará un día en el que me agradezcas esto, créeme, pero me he cansado de oírte fardar de libertad cuando ni siquiera te sientes pájaro al mirar al cielo. No te creo libre, y sé que tú tampoco te crees. Así que por favor, deja de complacer a los demás y por un instante, quiérete a ti. Quiérete poco, si no sabes, pero quiérete bien. Solo cuando te quieras, entenderás libertad."

 Con un breve asentimiento, te levantaste y te esfumaste, igual que la muerte. Comprendí lo que simbolizabas en mi vida. Comprendí que al igual que el cristal, me crucé contigo por una razón, y era que tú serías el que le iba a dar muerte a mi yo libre y atrevida. Lo que no sabía era lo que pasaría después de aquello. Ni quién aparecería en mi lugar.

 Estuve unos días muerta en vida. No me levantaba de la cama, no comía, no sentía. Solo miraba el techo blanco que poco a poco me produjo más claustrofobia de la que ya tenia.

 Llegó el invierno y con él mi depresión, mi muerte. Con el frío y la nieve llegó también  mi antigua yo. La que se había marchado para hacerme libre. Cuando la vi le di un abrazo y le pregunté "¿por qué te fuiste?" Me dio un beso en la frente y despacio, para que lo asimilase bien y rápido, me confesó: "lo hice porque tú querías ser libre. Y yo sabía que cuando vieses el dolor que causa, morirías y querrías tener esa máquina de la que te hablé al principio para poder vivir en el pasado. Se me ocurrió inventarla. Compré todo lo necesario: un álbum, trocitos de papel para las coordinadas de cada uno de los días de tu vida, e incluso revelé las fotos. Le iba a llamar "álbum de la vida de X", pero me di cuenta de que vivir en el pasado puede llevarte a la muerte segura. Y entonces pensé en volver. Anoté pros y contras y ganaron los contras, así que aquí estoy. Dándolo todo por nosotras. Vuelve, no seas cabezona, vuelve a ser como eras antes."

 Y justo en ese momento, sonreí, y asustada, asentí.

 Días después comprendí que ser libre no significa ser obligatoriamente tú misma, sino que consistía en amarse, como me había dicho la muerte, y aceptarse tal y como puedes ser.

 Por eso ahora soy libre.

 Aunque también lloro a menudo.

domingo, 16 de agosto de 2015

Partidas a muerte.

 Llevaba tiempo creyendo que nadie volvería a mirarla con esos ojitos brillantes, que nadie volvería a decirle "que guapa estás hoy" o "donde te has dejado la sonrisa, pequeña". Creía que nadie le volvería a dar uno de esos abrazos que reconstruyen. Entonces empezó a encontrarse con unos ojos azules que la hacían sentir como si cayera de un noveno y abajo hubiera unos brazos esperando a atraparla, para darle la vida, o para quitársela, pero ella quería arriesgar. Le gustaba jugar y más si era a perder, porque sabía que perdería. Y aquellos ojos se declararon ganadores de la primera ronda, consiguieron atraparla y condenarla a mirarlos cada vez que se los encontrara. Después de los ojos apareció la sonrisa, que la hacía sentirse pequeña pero protegida. Aquella sonrisa venía en son de paz y ella no pudo evitarlo, volvió a perder quedándose colgada de los labios, aunque se declaró empate porque la sonrisa confesó que existía por y para ella. Pero después de la sonrisa apareció él. 

 Ella siente que nada importa, le da igual perder, ganar o quedar en empate, ella solo quiere reír. Y es que se siente tan bien, que hasta le duele. Le duele porque nunca antes se había sentido así con un chico, nunca habían conseguido que estuviera nerviosa durante un día entero, nunca habían conseguido que tirara por la borda su orgullo y que fuera ella la que volviera a hablar siempre, nunca habían conseguido que se mirara al espejo y se sintiera guapa. Pero esta vez era distinto. Se sentía tan llena, tan bien, tan feliz, que era capaz de hacer sonreír a todo el mundo solo con poner su cara de ilusionada, su cara de "se que me van a destrozar, pero aquí sigo".

Mientras tanto él jugaba con una carta bajo la manga, él tenía la suerte de no sentir nada. Sabía jugar porque no era la primera vez que lo hacía. Era fácil, y más con ella. Simplemente tenía que mirarla, decirle un par de cosas, y ya la había hecho débil. Y así era más fácil jugar con ella, jugar a que sintiera cosas que él no sentía. Jugar a hacer promesas que se quedarían en eso, promesas. 

Entonces ella sintió que algo se rompía en su interior cuando él le dijo "estoy enamorado de otra". Y como siempre, se quedó mirando como se largaba, rompiendo promesas, rompiéndola a ella y rompiendo todo lo que tocaba. Ella se sentó, respiró, cerró los ojos, y notó como el dolor se hacía insoportable, aunque ya estaba acostumbrada a perder. 

------------------------------------------------------

 Tengo unas cosas que deciros, no como escritora, sino como persona, como Irene. 
 
 A mí mi madre siempre me ha dicho que no era bueno arriesgar si con eso corrías el riesgo de perderte también a ti misma. Siempre le he llevado la contraria porque creo que para perdernos primero tenemos que encontrarnos, y yo aún no tengo muy claro quien soy ni quien quiero ser. 
 Siempre me ha dicho que no me fíe de los chicos, que lo único que quieren es hacer daño. Y de momento en eso sí que ha tenido razón. He tenido como dos relaciones más o menos serias, y las dos han acabado muy mal, y yo he acabado hasta los cojones de mentiras. Soy de esas que se enamoran rápido, que se ilusionan la misma noche que conocen al chico, que sueñan historias al lado de ellos, que nunca se cumplen, por desgracia. Soy de esas que dicen "me van a hacer daño pero me importa una mierda" pero que después de que les hagan daño están en plan "joder, esto duele mucho, no tendría que haber seguido, ha sido todo culpa mía". Y claro, así no se puede ser feliz. 
 
 Llevo como un día entero sin dejar de sonreír y con el estómago dándome vueltas, y no se si es por él o por cualquier otra cosa, pero de lo que si estoy segura es de que quiero que esto avance, quiero conocerle y que aumente esta gilipollez que siento cuando me habla y cuando me mira. Quiero que él sienta algo por mí, quiero ser yo la que le mande los mensajes de buenos días o de buenas noches, o que sea él el que me los mande a mí. Quiero que se vaya a trabajar y que no pueda dejar de pensar en mí ni un solo segundo. 

 "Qué ilusa, no sabes la de hostias que te vas a llevar", dice mi madre cada vez que sueño en voz alta. Al final tendrá razón, he salido caprichosa. 

 Al menos sé que no todos los sueños se cumplen, y que un poco de locura no hace daño. 

 Así que, ojos azules, dame una buena historia para contar, pero que sea cierta. 




viernes, 29 de mayo de 2015

Historias incompletas.


 Ella se acercaba cada vez más al salón donde celebraban los espectáculos. Con el álbum "Wilder Mind" de Mumford & Son en la cabeza, con cada nota de cada canción retumbando en sus oídos. Le gustaba aquel grupo.
Él se preparaba para la próxima actuación, un espectáculo más, otra sonrisa permanente durante 40 minutos. Toda esa gente mirándole, pendiente de cada movimiento, cada palabra, cada mirada. Los nervios. El espectáculo de aquella noche era una historia de amor. Aunque él no estaba para esos cuentos. 

Ella se estaba acomodando en una de las filas que estaban en el centro de la sala, pasando desapercibida, sin destacar, con su simple vestido blanco de encaje y unas bailarinas rojas. Centró su mirada en el escenario. ¿Cuándo empezaría?

Él miraba a la gente desde detrás del telón. Estaba nervioso. Especialmente por aquella chica. ¿Vendría a verle?

El espectáculo había comenzado. 

La chica sonreía melancólica porque había vivido una situación parecida a la que contaban. Su ex seguía presente en su cabeza. Pero aquel chico le gustaba. Le gustaba tanto que cuando salió le entraron ganas de subir al escenario y besarle. 

El chico, en cambio, no sabía que ella estaba allí. Estaba concentrado en sus pasos, en no equivocarse. Llevaba dos semanas fallando bastante. No podía permitirse más errores. Aquellas mallas le apretaban mucho, desventajas de tener un jefe cabrón pero con don de gentes. 

Ella le seguía mirando. Estaba tan guapo con aquel disfraz... 

El espectáculo terminó.

Él se metió en el backstage y se quitó el disfraz. Se puso una camiseta y un pantalón corto de deporte, sus nikes siempre en sus pies. Se sentó y respiró hondo. Ya se había acabado. Ahora le tocaría ensayo y mañana vuelta a empezar. La vida en un barco era dura, sobre todo si eras empleado. 

Ella se acercó al escenario y susurró su nombre. No apareció nadie. Lo volvió a decir un poco más alto y salió una chica. "-Hola, ¿te puedo ayudar? -Sí...Buscaba a el bailarín. -Claro, ahora le digo que salga.". Los nervios a flor de piel. Ella bajo la cabeza y sonrió mirando al suelo. Le iba a ver.

Él se preparaba para irse cuando Vanesa le dijo que fuera había una chica que quería verle. Él suspiró. Más trabajo, más sonrisas forzadas. No tenía ganas de nada. Echaba de menos su casa. Salió y vio a una chica alta, morena, con un vestido blanco y bailarinas rojas. Muy guapa. Sonrió y se presentó. Amable.

Ella le dio la mano y suspiró disimuladamente. Subió al escenario y el chico le abrazó. Se sentía protegida.

-Hola, soy Ángel, ¿y tú?
-Ana, nada, quería decirte que esta noche te has lucido. Lo has hecho muy bien. Bailas genial.
-Muchas gracias, -sonrió- pero hay otros bailarines que lo hacen mejor que yo.
-Tú eres el que más destaca. Eres guapo y bailas bien, no se puede pedir más -se le había escapado.
-Vaya piropo -dijo él, sonriendo- ¿cuántos años tienes?
-17. ¿Y tú?
-25, un poco mayor.
-La edad no importa, ¿no?
-A mi no.

Él sonrió y se sentó en el suelo del escenario.
Ella sonrió y se sentó en el suelo del escenario.

-Bueno, ¿y de dónde eres?
-Pues de Barcelona, ¿y tú? A parte de ser del barco... tendrás algún sitio al que ir, ¿no?
-Madrid. Aunque he estado viviendo en Málaga. Pero tengo a toda mi familia en Madrid.
-¿Les echas de menos?
-Mucho.
-Esto tiene que hacerse un poco duro, ¿verdad? Quiero decir, ¿con el tiempo no te sientes vacío?
-Yo me sentí vacío el primer día. Estar lejos de la familia siempre es difícil, pero teniendo en cuenta que estoy haciendo lo que me gusta, pues hace que sea más ameno. Pero sí.

Ella le acarició el brazo. Suspiró y decidió lanzarse.

-Me pareces muy guapo. Fuera del barco tendría algo contigo. A no ser que descubra que eres un cabrón.
-No soy un cabrón, y tú también eres bastante guapa. También tendría algo contigo. Pero no puedo. No nos permiten tener nada con ninguna pasajera.
-¿Qué pena, no?
-Mucha.
-¿Tienes ganas de darme un beso?
-Muchas.
-Pero ¿uno o más?
-Todos los que me dejes darte. ¿Sabes que cuanto más lo repites más insoportable se hace el querer y no poder?
-Lo siento.

Él se acercó un poco más a ella. Sus piernas se tocaban.
Ella seguía acariciándole. Le temblaban las manos.

-Dame tu número, para mantener el contacto.

Él le dio su número. Ella lo apuntó y le habló por WA para que cuando llegaran a puerto al día siguiente pudiera agregarle.

-Creo que es hora de irse a dormir. Son ya las 4:30.
-Vale, ¿dónde está tu camarote?
-Ya sabes que no se puede. Si pudiera...
-Si pudieras, ¿qué?
-Ya te habría llevado a mi camarote.
-No quiero perder el contacto contigo.
-No lo vas a perder. Estoy aquí y seguiré estando ahí pero detrás de una pantalla. En verano iré a verte a Barcelona. Lo prometo.
-No hagas promesas que sabes que no vas a cumplir.
-Y no las hago.

Día siguiente:
Desembarque.

Tres días más tarde:

Una chica la llama a ella y le dice que tiene que ir a su casa, que tiene que contarle algo.

Él sonríe en el barco y se felicita a si mismo por como le ha salido todo.

Ella va a casa de su amiga y se sienta para leer una conversación de WA.

Él guarda el móvil y vuelve a sonreír.

Ella lee el nombre del contacto. "Ángel crucero". Mira a la compañera que le había acompañado en el viaje. Comienza a leer.

"-Iré a Barcelona para verte, me quedé con las ganas de conocerte más,
 -¿Pero a ti no te gustaba ella?
 -No, nunca me ha gustado."

Ella reprimía sus lágrimas. Aquello le dolía mucho.

"-Me encantas físicamente.
 -¿Y ella no?
 -Ella no me atrae.
 -¿Entonces por qué te comportaste así?
 -Por simple amabilidad."

Ella tenía ganas de desaparecer.

Él suspiraba, cansado, después del espectáculo.

"-Me gustaría tener algo contigo."

Ella no podía más. Salió de casa de su amiga y bajó las escaleras corriendo. Aquello no le podía estar pasando. Entró en WA y buscó su número.

-Me has hecho mucho daño. (Leído).

Ninguna respuesta.

Él empezó a maldecir en voz baja. No podía estar pasando aquello. No quería hacerle daño. No podía enterarse. La amiga le había jodido pero bien.

Ella se acercó al puente. Suspiró. Recordó sus ojos, su sonrisa, su voz, sus manos, aquella noche.

Él estaba nervioso. No sabía que hacer. No le iba a contestar.

Ella miró hacia el vacío. Sonrió. Se sentó en la barandilla, y al ritmo de "Wilder mind" de Mumford & Sons, saltó.

Un WA había llegado al móvil de él. Era la amiga. Un simple mensaje.

"-Ella ha muerto."

Le temblaban las manos. Sintió un vacío que nunca había sentido.

"-¿Cómo? -preguntó."

Se acordó de los ojos de ella, de su sonrisa, de su cuerpo, de sus manos, de su vestido, de su pelo, de aquella noche.

"-Suicidio."

Se le cayó el móvil. Él empezó a temblar. Había sido su culpa. Y ahora sentía que había elegido mal. Sentía que la necesitaba. Y ya no estaba. La había cagado. Ni siquiera había contestado a su mensaje. Se dirigió a la cubierta 11.

Él iba decidido.
Ella ya no estaba.

1 día después, en el periódico:

"Él ha muerto."






































domingo, 22 de marzo de 2015

Amor Amor Casting.

Holaa, podriais entrar aqui y darle a un corazon que hay al final de la pagina? Es para un casting jejep. http://es.amoramorcasting.com/users/belieberirene63484
Me haríais muy feliz, de verdad.

jueves, 19 de marzo de 2015

Abrázate - Nach.

Quién no ha sentido a veces un vacío en el vientre? 
Y ha nadado contra corriente en un río dentro de un túnel 
Quién no ha sucumbido a un frío en mi mente? 
Siempre que se aleja de esa gente a la que su sangre le une 
Quien asume que la soledad es como un iceberg con el que chocas
Yo solo os hice ver 
Que necesitamos tocar otros cuerpos besar otras bocas 
Derrocar a esa lacra tan ocre que nos disloca 
Nuestra carne es frágil, fácil de partir, fácil de cortar 
Se que un amor táctil la puede curar 
Y en esta aventura yo desnudo mi alma, 
Porque eso me ayuda a ser ligero, 
Y antes que morder el suelo prefiero volar 
Es mejor buscar abrazos más que guerras 
Y atar lazos que perduren como grabados en piedra 
Por eso busca abrazos que te alcen si no eres capaz 
Y duerme en regazos remansos de paz, solo... 
Todo va mal, no puedes más, grita tu ser, quema tu piel 
Teme retroceder y volver a caer, 
No poder ver, lo que hay después 
Tú podrás soportarlo y tienes que intentarlo, 
A veces lo duro es creer, sólo abrázate... 
Vi la oscuridad llamarme y acudí en silencio 
De mi auotestima y valentía me quedaba un tercio 
Solo fui otro necio que no aprendió la lección (pronto anocheció) 
Y en una fracción de segundo mi mundo palideció 
La depresión confundió mi rumbo (que se joda el mundo) 
Esa era mi excusa y en lo mas profundo 
De mi propio limbo sucumbí, me vi, cubierto de ollin 
Hasta que alguien me saco de allí y me enseño un jardín, 
Lleno de afecto y confianza ciega, de amor y entrega,  
La amistad a veces llega cuando el rencor juega su mejor mano, 
Y se que hoy puede amanecer temprano 
Si hay un hombro cercano y un hermano que diga (vamos) 
Cuando témpanos que hielan lleguen, no desesperes 
Busca a aquellos que te quieran y curen lo que mas duele 
Abrázate a ellos y pronto sabrán 
Que tu lealtad es sincera y sin mas espera la devolverán 
Todo va mal, no puedes más, grita tu ser, quema tu piel 
Teme retroceder y volver a caer, 
No poder ver, lo que hay después 
Tú podrás soportarlo y tienes que intentarlo, 
A veces lo duro es creer, sólo abrázate... 
Hay un momento en el que el tiempo para, 
Ese instante en que abrazarte te ampara, 
Te saca las alas al dar... vida 
Al contacto de un acto que no es fingido 
Y hace que todo mal vivido tenga sentido al llorar 
En el hombro de un ser querido 
No soy menos hombre por haber sufrido 
Y vertido tormentas de lagrimas 
Ya no existe sombra bajo el brillo de estas páginas 
Si mi familia me anima y me hace ir a más 
Todo va mal, no puedes más, grita tu ser, quema tu piel 
Teme retroceder y volver a caer, 
No poder ver, lo que hay después 
Tú podrás soportarlo y tienes que intentarlo, 
A veces lo duro es creer, sólo abrázate... 
(Abrázate) siempre que te sientas solo 
(Abrázate) siempre que te venza el dolor 
Cuando veas que todo se te cae encima 
Una mano amiga vendrá para abrigar esa piel que sigue herida 
(Abrázate) siempre que pierdas el color 
(Abrázate) siempre que te venza el dolor 
Cuando veas que todo se te cae encima 
Una mano amiga vendrá para abrigar esa piel que sigue herida

jueves, 1 de enero de 2015

XII. We are young.

Noche de fin de año. Todos nos preparamos para salir de fiesta. Las chicas nos ponemos ese vestido que hemos comprado hace apenas unas semanas, nos maquillamos, nos subimos en nuestros tacones preferidos sabiendo que no aguantaremos con ellos toda la noche, cogemos nuestro bolso y salimos. Los chicos cogen ese traje que tienen desde hace tres años y que milagrosamente aún les sirve, se peinan un poco y se van a la calle. Cogemos nuestros móviles (BlackBerry's, IPhone's, Xperia's...), mandamos un Whats App a nuestro grupo, y vamos donde nos dicen que están todos. Al llegar nos felicitamos el nuevo año y nos disponemos a ir a alguna discoteca que esté de moda en nuestra ciudad. Nos abalanzamos a la barra y pedimos chupitos, cubatas, copas de la primera mezcla que se nos ocurra y nos ponemos a bailar. La discoteca se va llenando de gente, y cada vez estamos más apretados. Casi no nos podemos mover. Alguien saca un cigarrillo y acto seguido ya hay veinte personas fumando, tirando cenizas encima de vestidos, trajes, bolsos... Nos ofrecen un cigarrillo y aceptamos. Fumamos como desesperados buscando que eso nos transmita diversión, pero no surge efecto. Volvemos a pedir otro cubata con algo más fuerte para que nos suministre la suficiente alegría en el cuerpo. Y así dos, tres, cuatro veces. Acabamos sentados en un portal llorando porque el alcohol ya está haciendo sus efectos en nuestro organismo. A los tres minutos nos levantamos y abrazamos al primero que pase por delante. Volvemos a la discoteca y empezamos a bailar, cantar, saltar, gritar, fumar, beber. Hasta que los tacones nos pesan o el traje nos sobra. Decidimos volver a casa tras una larga noche llena de emociones, o eso queremos creer. Llegamos a casa y entramos en nuestra habitación. Nos duelen los pies, la cabeza, tenemos ganas de vomitar e incluso estamos un poco mareados. Caemos rendidos en la cama, silenciamos el móvil y dormimos. Sabemos que al día siguiente la resaca podrá con nosotros y no nos dejará salir de casa. Pero al fin de semana siguiente volvemos a salir. Total, we are young.