Abro los ojos y
vuelvo a estar en mi cama. He vuelto a tener esa pesadilla.
O sueño, o no sé
qué, en el que tú aparecías y me decías que me echabas de menos, que no podías
vivir sin mí. Que ya nadie te había vuelto a arañar la espalda como yo lo había
hecho.
Y yo volvía a perdonarte, y tu volvías a desaparecer.
Y aquí estoy, como
siempre. Despertándome medio sobresaltada por la impotencia de saber que no
volveré a verte y que no puedo hacer nada para cambiar eso. Que sí, que cada
mañana me grito en el espejo por haber sido tan estúpida como para haberte
dejado marchar. Porque ahora ya nadie me envía un mensaje de “buenos días,
peque”. Ya nadie me llama idiota por decir que me queda mal un vestido, o por
decir que he engordado un kilo y pico. Ya nadie me llama a las dos de la mañana
diciéndome que baje al portal, que necesita verme. Ya nadie me invita a ver las
estrellas a las cinco de la tarde. Porque es que para nosotros las estrellas
era otra cosa. Nadie me dice que me quiere a mitad de una pelea. Nadie se pelea
conmigo por haberme saltado la ración de besos de las ocho y media. Nadie me
grita cuando me meto en la ducha que no me olvide de cantar. Nadie me ha vuelto
a preparar un café a las siete y media de la mañana porque se tenía que ir a
trabajar y así después yo solo tendría que meterlo en el microondas unos 30
segundos, aproximadamente. Nadie me ha vuelto a comprar unas Converse y unos
shorts diciéndome que me prefiere así que con un vestido y tacones de 15
centímetros. Nadie me ha vuelto a susurrar a las ocho de la mañana, cuando me
levanto con el pelo alborotado y con unas ojeras increíbles de haber estado
trabajando la noche anterior en mi nuevo libro, que estaba preciosa. Nadie me
ha vuelto a dejar un post-it en la nevera diciendo que odia el carmín, y que
odia que me maquille, que con mis ojos rojos soy guapísima. Nadie se ha vuelto
a ir de mi vida dejándome un sms en el móvil que decía “odio haber tendido que
pensar en esto, pero creo que lo mejor será separarnos. A mi también me duele
esto. Pero sabes que no me gusta depender de una persona, y estaba empezando a
hacerlo de ti. Te amo, ahora mas que nunca. Y por eso debo irme. Porque mi
trabajo no me permite vivir en un sitio fijo, fue la única condición que puse a
esta relación. Y no la hemos tenido en cuenta a la hora de enamorarnos. Te dejo
nuestra primera entrada de cine. Para ver “tengo ganas de ti”. No me olvides
nunca. Yo tampoco lo hare contigo.” Y nadie se ha vuelto a ir. Quizá porque
nadie ha vuelto a entrar en mi vida. No te he olvidado. Como para hacerlo. Te
amo, ahora mas que nunca.
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