Pequeños tesoros

viernes, 29 de mayo de 2015

Historias incompletas.


 Ella se acercaba cada vez más al salón donde celebraban los espectáculos. Con el álbum "Wilder Mind" de Mumford & Son en la cabeza, con cada nota de cada canción retumbando en sus oídos. Le gustaba aquel grupo.
Él se preparaba para la próxima actuación, un espectáculo más, otra sonrisa permanente durante 40 minutos. Toda esa gente mirándole, pendiente de cada movimiento, cada palabra, cada mirada. Los nervios. El espectáculo de aquella noche era una historia de amor. Aunque él no estaba para esos cuentos. 

Ella se estaba acomodando en una de las filas que estaban en el centro de la sala, pasando desapercibida, sin destacar, con su simple vestido blanco de encaje y unas bailarinas rojas. Centró su mirada en el escenario. ¿Cuándo empezaría?

Él miraba a la gente desde detrás del telón. Estaba nervioso. Especialmente por aquella chica. ¿Vendría a verle?

El espectáculo había comenzado. 

La chica sonreía melancólica porque había vivido una situación parecida a la que contaban. Su ex seguía presente en su cabeza. Pero aquel chico le gustaba. Le gustaba tanto que cuando salió le entraron ganas de subir al escenario y besarle. 

El chico, en cambio, no sabía que ella estaba allí. Estaba concentrado en sus pasos, en no equivocarse. Llevaba dos semanas fallando bastante. No podía permitirse más errores. Aquellas mallas le apretaban mucho, desventajas de tener un jefe cabrón pero con don de gentes. 

Ella le seguía mirando. Estaba tan guapo con aquel disfraz... 

El espectáculo terminó.

Él se metió en el backstage y se quitó el disfraz. Se puso una camiseta y un pantalón corto de deporte, sus nikes siempre en sus pies. Se sentó y respiró hondo. Ya se había acabado. Ahora le tocaría ensayo y mañana vuelta a empezar. La vida en un barco era dura, sobre todo si eras empleado. 

Ella se acercó al escenario y susurró su nombre. No apareció nadie. Lo volvió a decir un poco más alto y salió una chica. "-Hola, ¿te puedo ayudar? -Sí...Buscaba a el bailarín. -Claro, ahora le digo que salga.". Los nervios a flor de piel. Ella bajo la cabeza y sonrió mirando al suelo. Le iba a ver.

Él se preparaba para irse cuando Vanesa le dijo que fuera había una chica que quería verle. Él suspiró. Más trabajo, más sonrisas forzadas. No tenía ganas de nada. Echaba de menos su casa. Salió y vio a una chica alta, morena, con un vestido blanco y bailarinas rojas. Muy guapa. Sonrió y se presentó. Amable.

Ella le dio la mano y suspiró disimuladamente. Subió al escenario y el chico le abrazó. Se sentía protegida.

-Hola, soy Ángel, ¿y tú?
-Ana, nada, quería decirte que esta noche te has lucido. Lo has hecho muy bien. Bailas genial.
-Muchas gracias, -sonrió- pero hay otros bailarines que lo hacen mejor que yo.
-Tú eres el que más destaca. Eres guapo y bailas bien, no se puede pedir más -se le había escapado.
-Vaya piropo -dijo él, sonriendo- ¿cuántos años tienes?
-17. ¿Y tú?
-25, un poco mayor.
-La edad no importa, ¿no?
-A mi no.

Él sonrió y se sentó en el suelo del escenario.
Ella sonrió y se sentó en el suelo del escenario.

-Bueno, ¿y de dónde eres?
-Pues de Barcelona, ¿y tú? A parte de ser del barco... tendrás algún sitio al que ir, ¿no?
-Madrid. Aunque he estado viviendo en Málaga. Pero tengo a toda mi familia en Madrid.
-¿Les echas de menos?
-Mucho.
-Esto tiene que hacerse un poco duro, ¿verdad? Quiero decir, ¿con el tiempo no te sientes vacío?
-Yo me sentí vacío el primer día. Estar lejos de la familia siempre es difícil, pero teniendo en cuenta que estoy haciendo lo que me gusta, pues hace que sea más ameno. Pero sí.

Ella le acarició el brazo. Suspiró y decidió lanzarse.

-Me pareces muy guapo. Fuera del barco tendría algo contigo. A no ser que descubra que eres un cabrón.
-No soy un cabrón, y tú también eres bastante guapa. También tendría algo contigo. Pero no puedo. No nos permiten tener nada con ninguna pasajera.
-¿Qué pena, no?
-Mucha.
-¿Tienes ganas de darme un beso?
-Muchas.
-Pero ¿uno o más?
-Todos los que me dejes darte. ¿Sabes que cuanto más lo repites más insoportable se hace el querer y no poder?
-Lo siento.

Él se acercó un poco más a ella. Sus piernas se tocaban.
Ella seguía acariciándole. Le temblaban las manos.

-Dame tu número, para mantener el contacto.

Él le dio su número. Ella lo apuntó y le habló por WA para que cuando llegaran a puerto al día siguiente pudiera agregarle.

-Creo que es hora de irse a dormir. Son ya las 4:30.
-Vale, ¿dónde está tu camarote?
-Ya sabes que no se puede. Si pudiera...
-Si pudieras, ¿qué?
-Ya te habría llevado a mi camarote.
-No quiero perder el contacto contigo.
-No lo vas a perder. Estoy aquí y seguiré estando ahí pero detrás de una pantalla. En verano iré a verte a Barcelona. Lo prometo.
-No hagas promesas que sabes que no vas a cumplir.
-Y no las hago.

Día siguiente:
Desembarque.

Tres días más tarde:

Una chica la llama a ella y le dice que tiene que ir a su casa, que tiene que contarle algo.

Él sonríe en el barco y se felicita a si mismo por como le ha salido todo.

Ella va a casa de su amiga y se sienta para leer una conversación de WA.

Él guarda el móvil y vuelve a sonreír.

Ella lee el nombre del contacto. "Ángel crucero". Mira a la compañera que le había acompañado en el viaje. Comienza a leer.

"-Iré a Barcelona para verte, me quedé con las ganas de conocerte más,
 -¿Pero a ti no te gustaba ella?
 -No, nunca me ha gustado."

Ella reprimía sus lágrimas. Aquello le dolía mucho.

"-Me encantas físicamente.
 -¿Y ella no?
 -Ella no me atrae.
 -¿Entonces por qué te comportaste así?
 -Por simple amabilidad."

Ella tenía ganas de desaparecer.

Él suspiraba, cansado, después del espectáculo.

"-Me gustaría tener algo contigo."

Ella no podía más. Salió de casa de su amiga y bajó las escaleras corriendo. Aquello no le podía estar pasando. Entró en WA y buscó su número.

-Me has hecho mucho daño. (Leído).

Ninguna respuesta.

Él empezó a maldecir en voz baja. No podía estar pasando aquello. No quería hacerle daño. No podía enterarse. La amiga le había jodido pero bien.

Ella se acercó al puente. Suspiró. Recordó sus ojos, su sonrisa, su voz, sus manos, aquella noche.

Él estaba nervioso. No sabía que hacer. No le iba a contestar.

Ella miró hacia el vacío. Sonrió. Se sentó en la barandilla, y al ritmo de "Wilder mind" de Mumford & Sons, saltó.

Un WA había llegado al móvil de él. Era la amiga. Un simple mensaje.

"-Ella ha muerto."

Le temblaban las manos. Sintió un vacío que nunca había sentido.

"-¿Cómo? -preguntó."

Se acordó de los ojos de ella, de su sonrisa, de su cuerpo, de sus manos, de su vestido, de su pelo, de aquella noche.

"-Suicidio."

Se le cayó el móvil. Él empezó a temblar. Había sido su culpa. Y ahora sentía que había elegido mal. Sentía que la necesitaba. Y ya no estaba. La había cagado. Ni siquiera había contestado a su mensaje. Se dirigió a la cubierta 11.

Él iba decidido.
Ella ya no estaba.

1 día después, en el periódico:

"Él ha muerto."






































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